Editorial de la emisión 1 de marzo de 2011
Claudia Domínguez
Bienvenidos a este espacio en el aire…
Todo comenzó simplemente porque nos gusta la radio hablada e inevitablemente sentimos nostalgia por los programas de conversación, con cierto fondo cultural meditado, con duende, con aire lúdico e informado. Y aquí estamos, los tres, tres tristes tigres que no se tragaron el trigo del trigal: Martha, Alán y yo, Claudia. Tres bestezuelas mal domesticadas, escapadas de la jaula cotidiana para buscar otro modo de ser, otro modo de entablar una relación con usted, el escucha; otra raya para el tigre.
Y como dice un amigo, en la vida como en el pókar es mejor trío que par. Y como no hay dos sin tres, es que ofrecemos a partir de esta semana este programa de radio listo para llevar, que proponemos como un ensayo hablado, para departir con el escucha y conversar con él lo que la libre asociación a partir de una palabra nos conduzca, como un camino caprichoso por el bosque, por las veredas de la música, los atajos del dato cultural, los montes literarios, las colinas de los asuntos populares y así hasta donde el tiempo al aire nos lleve.
No sé si alguna vez lo habrá dicho Simbad, en alguno de sus maravillosos viajes, pero como si lo hubiera dicho: No importa vivir; importa navegar. Así nosotros, no nos interesa tanto el punto de llegada ni el punto de partida, nos interesa el camino de la conversación, del deseo de hablar con ese imaginario otro que es el radioescucha; de tocarlo con nuestra voz y los sonidos.
Dicen por ahí que la civilización comienza cuando la gente deja de beber sólo agua, esto es, cuando no sólo se satisface la necesidad de hidratarse y comienza una refinación cotidiana. Y el té y el café, por ejemplo, son de esas refinaciones. El té se descubrió por casualidad al caer hojas del árbol del té sobre el agua hervida que debía consumirse así por obligación en el viejo Oriente para ahuyentar enfermedades. Con el paso del tiempo, llega a ser como una moneda, un buen caballo costaba 68 kilos de hojas de té, e incluso el té fue un elemento crucial en el movimiento de independencia de los Estados Unidos, pues entre otras cosas seguramente más trascendentales, los rebeldes estaban en contra del monopolio del té por parte de Inglaterra. De hecho, la secesión de la colonia americana lleva por nombre el Acta del Té.
Comencemos ahora este té para tres, este menàge au trois.
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