19 de julio de 2011

AVISO

Por causas de fuerza mayor Té para tres no se transmitirá este martes 19 de julio.
Los esperamos el 26 de julio con el tema de El circo en www.radiover.com a las 21:00 horas.

12 de julio de 2011

La bicicleta



Edna Orozco López
Ciertos momentos de la vida resultan emblemáticos. Uno de ellos, cuando logramos mantener el equilibrio sobre dos ruedas. Ese sencillo acto constituirá a partir de entonces un acercamiento a la libertad. Porque una bici es una bici, pero no es una bici. Es un símbolo de evolución, de aventura, de independencia. Funge como medio de transporte, como fuente laboral y como vehículo recreativo.
Andar en bici nos ayuda a ser más perceptivos con nuestro propio cuerpo, a fortalecerlo, nos brinda seguridad,  contribuye a crear lazos de empatía con los demás, concientiza a la población, mejora el humor, el apetito sexual, no contamina, requiere un gasto inicial razonable, y por si fuera poco, nos conecta con la naturaleza y con nuestro corazón con cada golpeteo del viento en el rostro, con cada bocanada de aire o con cada gota de lluvia sobre la piel.
Porque una bici no es sólo una bici. Con cada pedaleo vencemos un obstáculo: el de qué flojera, el de llegaré sudado al trabajo, el de me voy a cansar, el de qué necesidad, el de está bien lejos, el de qué van a decir si no llego en auto, el de me voy a caer.
En esta emisión de Té para tres recopilamos diversas perspectivas relativas a la cultura de la bicicleta: historia, artes visuales,  literatura, ciencia, testimonios, y por supuesto, música.  Por último, algunas recomendaciones:
  1. Si lleva años sin treparse a una bici le recordamos ese refrán que dice que lo que bien se aprende nunca se olvida. Si de plano no sabe, nunca es tarde. Y del suelo, eso téngalo por seguro, no habrá de pasar.
  2. Si usted es un automovilista de esos que creen que los ciclistas son de chocolate, le tenemos una noticia: no lo son. Así que por favor, respeto.
  3. Por otro lado si usted es un ciclista intrépido (por no decir imprudente), contrólese, pues para exigir primero hay que dar.
  4. Si no se monta en una bici porque cree que el ciclismo carece de estilo, se equivoca. Hay bicis y atuendos monísimos que lo harán lucir chic en todo momento y lugar.
  5. Por último, pa’ que se anime, le garantizamos que se va a poner más guapo o guapa, sonreirá más, ganará amigos, llegará pronto su destino, gastará menos y vivirá más.

5 de julio de 2011

El Gólem y el robot

Editorial de la emisión del 5 de julio de 2011
 




Claudia Domínguez

En una primera impresión el Gólem y el robot parecieran ser conceptos bastante distanciados: el primero puede asociarse a un contexto religioso-literario y el segundo a uno tecnológico, no obstante si nos remontamos al origen de la palabra “robot” ya encontramos un primer punto de contacto. Se dice que fue introducida en la literatura en 1920, en la obra Rossum’s Universal Robots, de Karel Čapek.

Robot viene de la palabra checa robota, que significa “labor forzada”, servicio, esclavo, y con tal término se designó a las máquinas trabajadoras o serviles. Esto es, el robot como un artilugio mecánico con o sin características antropomórficas  al servicio de los humanos.

¿Y el Gólem? Quizá para varios de nosotros el primer Gólem conocido como creatura en la que no interviene la concepción biológica sino la palabra como voluntad creadora o la manufactura humana, es el que menciona Jorge Luis Borges en un ensayo que precede a uno de los más famosos de sus poemas, escrito ya cuando la ceguera era inminente para el argentino pero su lucidez se reveló con una brillantez clásica, exacta.

Dice Borges que la fama occidental de tal creatura es obra del escritor austriaco Gustav Meyrink, quien en su novela Der Golem de 1915 señala al siglo XVII como el origen de su historia, cuando un rabino siguiendo fórmulas cabalísticas, esto es, combinaciones de letras, construye un hombre artificial, apenas animado por una vida vegetativa y destinado a la servidumbre del rabino, este soplo de vida que expiraba y se renovaba diariamente se debía a una inscripción mágica que le ponían al Gólem detrás de los dientes y que atraía las libres fuerzas siderales del universo. Una tarde, según se cuenta en la novela de Meyrink, al rabino se le olvidó retirar el sello de la boca del Gólem y este cayó en un frenesí, corrió en medio de la noche y destrozó a quienes se le pusieron delante.

Según Borges, Eleazar de Worms conservó la fórmula para construir un Gólem, los detalles “abarcan veintitrés columnas en folio y exigen el conocimiento de los alfabetos de las 221 puertas que deben repetirse sobre cada órgano del Gólem. En la frente se tatuará la palabra emet que significa ‘verdad’. Para destruir la criatura, se borrará la letra inicial, porque así queda la palabra met, que significa ‘muerto’.” (Ficcionario, FCE: México, 1985, p. 344).

En la actualidad, gracias a los desarrollos de la robótica y la genómica, la tentación de ser dios y de ser capaces de darle vida a un ser mediante los artificios de la inteligencia humana se vuelve una posibilidad cada vez más cercana. ¿Estaremos a la altura de nuestros deseos o en nuestro candor crearemos una inteligencia superior que nos vuelva el Gólem duplicado y confundido en un laberinto de espejos?