Por causas de fuerza mayor Té para tres no se transmitirá este martes 19 de julio.
Los esperamos el 26 de julio con el tema de El circo en www.radiover.com a las 21:00 horas.
Juguete para armar con un eje constante, el lenguaje, sus usos y repercusiones cotidianas y estéticas, todo en un tono de charla, de diálogo entre nosotros y el radioescucha. Esto quiere decir que puede incluirse tanto a la ciencia como a sus rivales (los mitos, las creencias populares, el sentido común, etc.), la música en sus variantes, la literatura, la historia, las artes y la filosofía.
19 de julio de 2011
12 de julio de 2011
La bicicleta
Edna Orozco López
Ciertos momentos de la vida resultan emblemáticos. Uno de ellos, cuando logramos mantener el equilibrio sobre dos ruedas. Ese sencillo acto constituirá a partir de entonces un acercamiento a la libertad. Porque una bici es una bici, pero no es una bici. Es un símbolo de evolución, de aventura, de independencia. Funge como medio de transporte, como fuente laboral y como vehículo recreativo.
Andar en bici nos ayuda a ser más perceptivos con nuestro propio cuerpo, a fortalecerlo, nos brinda seguridad, contribuye a crear lazos de empatía con los demás, concientiza a la población, mejora el humor, el apetito sexual, no contamina, requiere un gasto inicial razonable, y por si fuera poco, nos conecta con la naturaleza y con nuestro corazón con cada golpeteo del viento en el rostro, con cada bocanada de aire o con cada gota de lluvia sobre la piel.
Porque una bici no es sólo una bici. Con cada pedaleo vencemos un obstáculo: el de qué flojera, el de llegaré sudado al trabajo, el de me voy a cansar, el de qué necesidad, el de está bien lejos, el de qué van a decir si no llego en auto, el de me voy a caer.
En esta emisión de Té para tres recopilamos diversas perspectivas relativas a la cultura de la bicicleta: historia, artes visuales, literatura, ciencia, testimonios, y por supuesto, música. Por último, algunas recomendaciones:
- Si lleva años sin treparse a una bici le recordamos ese refrán que dice que lo que bien se aprende nunca se olvida. Si de plano no sabe, nunca es tarde. Y del suelo, eso téngalo por seguro, no habrá de pasar.
- Si usted es un automovilista de esos que creen que los ciclistas son de chocolate, le tenemos una noticia: no lo son. Así que por favor, respeto.
- Por otro lado si usted es un ciclista intrépido (por no decir imprudente), contrólese, pues para exigir primero hay que dar.
- Si no se monta en una bici porque cree que el ciclismo carece de estilo, se equivoca. Hay bicis y atuendos monísimos que lo harán lucir chic en todo momento y lugar.
- Por último, pa’ que se anime, le garantizamos que se va a poner más guapo o guapa, sonreirá más, ganará amigos, llegará pronto su destino, gastará menos y vivirá más.
5 de julio de 2011
El Gólem y el robot
Editorial de la emisión del 5 de julio de 2011
Claudia Domínguez
En una primera impresión el Gólem y el robot parecieran ser conceptos bastante distanciados: el primero puede asociarse a un contexto religioso-literario y el segundo a uno tecnológico, no obstante si nos remontamos al origen de la palabra “robot” ya encontramos un primer punto de contacto. Se dice que fue introducida en la literatura en 1920, en la obra Rossum’s Universal Robots, de Karel Čapek.
Robot viene de la palabra checa robota, que significa “labor forzada”, servicio, esclavo, y con tal término se designó a las máquinas trabajadoras o serviles. Esto es, el robot como un artilugio mecánico con o sin características antropomórficas al servicio de los humanos.
¿Y el Gólem? Quizá para varios de nosotros el primer Gólem conocido como creatura en la que no interviene la concepción biológica sino la palabra como voluntad creadora o la manufactura humana, es el que menciona Jorge Luis Borges en un ensayo que precede a uno de los más famosos de sus poemas, escrito ya cuando la ceguera era inminente para el argentino pero su lucidez se reveló con una brillantez clásica, exacta.
Dice Borges que la fama occidental de tal creatura es obra del escritor austriaco Gustav Meyrink, quien en su novela Der Golem de 1915 señala al siglo XVII como el origen de su historia, cuando un rabino siguiendo fórmulas cabalísticas, esto es, combinaciones de letras, construye un hombre artificial, apenas animado por una vida vegetativa y destinado a la servidumbre del rabino, este soplo de vida que expiraba y se renovaba diariamente se debía a una inscripción mágica que le ponían al Gólem detrás de los dientes y que atraía las libres fuerzas siderales del universo. Una tarde, según se cuenta en la novela de Meyrink, al rabino se le olvidó retirar el sello de la boca del Gólem y este cayó en un frenesí, corrió en medio de la noche y destrozó a quienes se le pusieron delante.
Según Borges, Eleazar de Worms conservó la fórmula para construir un Gólem, los detalles “abarcan veintitrés columnas en folio y exigen el conocimiento de los alfabetos de las 221 puertas que deben repetirse sobre cada órgano del Gólem. En la frente se tatuará la palabra emet que significa ‘verdad’. Para destruir la criatura, se borrará la letra inicial, porque así queda la palabra met, que significa ‘muerto’.” (Ficcionario, FCE: México, 1985, p. 344).
En la actualidad, gracias a los desarrollos de la robótica y la genómica, la tentación de ser dios y de ser capaces de darle vida a un ser mediante los artificios de la inteligencia humana se vuelve una posibilidad cada vez más cercana. ¿Estaremos a la altura de nuestros deseos o en nuestro candor crearemos una inteligencia superior que nos vuelva el Gólem duplicado y confundido en un laberinto de espejos?
29 de junio de 2011
19 de junio de 2011
La montaña
Editorial de la emisión del martes 21 de junio de 2011
La infusión del día
Martha Ordaz
La humanidad ha encontrado en la naturaleza las metáforas de sus verdades más contundentes; el río es así esa línea continuada sin pausa de la vida, el flujo sin retorno; el viento, la fugacidad y lo efímero; la tierra, la sabiduría y la madurez en el mundo, bien plantados y enraizados los pies con las ideas claras y comprometidas.
La montaña es, en cambio, todo eso junto y mucho más. Gentil, paciente, amorosa, pero también indómita, esquiva. Es el río y el viento y la tierra juntos, como el destino de un hombre o de una mujer que armados de los recursos que sean, pero sobre todo de espíritu, un buen día deciden enfrentarla, conquistarla (o eso piensan), y cuando están en la cima, como por magia, sus ideas toman otro cuerpo, otra dimensión.
Dicen que la montaña puede cambiarle la vida a una persona, ese trance le revela no solo sus capacidades físicas, sus limitaciones, o sus fortalezas y temores, sino la materia de la que está hecha. Y quizás por ello también es una vuelta a la infancia, a cierto estado de inocencia.
Esta es una de las experiencias místicas más reseñadas en la literatura y en los diarios de viajes, en los libros religiosos y en la tradición oral, en Té para tres nos preguntamos ¿qué es eso que espera en la cima a los atrevidos, a los héroes, a los benditos por el rumor del cielo, la soledad y el agotamiento extremo? ¿Qué verdad les es revelada a unos cuantos elegidos? ¿Y por qué a través de los siglos seguimos empeñados en escaladas?
Dedicamos esta emisión a uno de los accidentes geográficos más fascinantes del planeta, emblema de la inmutabilidad, sí; pero también uno de los ecosistemas más frágiles y amenazados por los abusos ambientales; así que eche a andar, junto con nosotros, pies, mente y espíritu en busca de su propia montaña.
La infusión del día
Martha Ordaz
La humanidad ha encontrado en la naturaleza las metáforas de sus verdades más contundentes; el río es así esa línea continuada sin pausa de la vida, el flujo sin retorno; el viento, la fugacidad y lo efímero; la tierra, la sabiduría y la madurez en el mundo, bien plantados y enraizados los pies con las ideas claras y comprometidas.
La montaña es, en cambio, todo eso junto y mucho más. Gentil, paciente, amorosa, pero también indómita, esquiva. Es el río y el viento y la tierra juntos, como el destino de un hombre o de una mujer que armados de los recursos que sean, pero sobre todo de espíritu, un buen día deciden enfrentarla, conquistarla (o eso piensan), y cuando están en la cima, como por magia, sus ideas toman otro cuerpo, otra dimensión.
Dicen que la montaña puede cambiarle la vida a una persona, ese trance le revela no solo sus capacidades físicas, sus limitaciones, o sus fortalezas y temores, sino la materia de la que está hecha. Y quizás por ello también es una vuelta a la infancia, a cierto estado de inocencia.
Esta es una de las experiencias místicas más reseñadas en la literatura y en los diarios de viajes, en los libros religiosos y en la tradición oral, en Té para tres nos preguntamos ¿qué es eso que espera en la cima a los atrevidos, a los héroes, a los benditos por el rumor del cielo, la soledad y el agotamiento extremo? ¿Qué verdad les es revelada a unos cuantos elegidos? ¿Y por qué a través de los siglos seguimos empeñados en escaladas?
Dedicamos esta emisión a uno de los accidentes geográficos más fascinantes del planeta, emblema de la inmutabilidad, sí; pero también uno de los ecosistemas más frágiles y amenazados por los abusos ambientales; así que eche a andar, junto con nosotros, pies, mente y espíritu en busca de su propia montaña.
14 de junio de 2011
La risa
Editorial de la emisión del 14 de junio de 2011
La infusión del día
Luis Arturo Hernández Basave
El que ríe al último ríe mejor, riéte de la vida o la risa, remedio infalible del alma. Llévate el que quieras. Ríe hoy, ríe mañana. Reir no cuesta nada y paga en cantidades pletóricas. Hay quienes dicen que reir mejora la salud, otros que limpia el espíritu. Umberto Eco urdió toda una trama policíaca en la abadía en la Alta Edad Media para mostrar el poder de la risa. Aristóteles escribió sobre la bondad de la carcajada. Muchos han temido a la risa: la han visto como liberadora de masas, deshacedora de opresiones, un despertar. La risa es una función biológica esencial para mantener el bienestar físico y mental. En el arte escénico, tenemos el Drama y la Comedia. Y es esta última la que siempre nos ha llenado de placer, alimentando nuestro espiritú a plenitud.
Pocos somos los afortunados que gozamos de las prerrogativas de la risa. Nos reímos de lo que vemos, lo que oímos, por situaciones mentales, por lo que pasó, lo que sucederá, o lo que nunca fue. Nos reímos de otros, de nosotros, con otros, con nosotros. Las razones siempre sobran y nunca faltan.
En Té para tres hemos decidido hablar, reir, mofarnos y carcajearnos con o sin motivos. ¿No es acaso legítimo dejarse impulsar por los estruendos mentales de vez en cuando? Así que con sonrisa de boca a boca, pulmones con aire a tope y el cúmulo de información, chistes, espontaneidades y cuanto se aparezca, traemos a la mesa del té un risible tema para desternillarse a gusto. Respire profundo que los tronchos están por comenzar.
La infusión del día
Luis Arturo Hernández Basave
El que ríe al último ríe mejor, riéte de la vida o la risa, remedio infalible del alma. Llévate el que quieras. Ríe hoy, ríe mañana. Reir no cuesta nada y paga en cantidades pletóricas. Hay quienes dicen que reir mejora la salud, otros que limpia el espíritu. Umberto Eco urdió toda una trama policíaca en la abadía en la Alta Edad Media para mostrar el poder de la risa. Aristóteles escribió sobre la bondad de la carcajada. Muchos han temido a la risa: la han visto como liberadora de masas, deshacedora de opresiones, un despertar. La risa es una función biológica esencial para mantener el bienestar físico y mental. En el arte escénico, tenemos el Drama y la Comedia. Y es esta última la que siempre nos ha llenado de placer, alimentando nuestro espiritú a plenitud.
Pocos somos los afortunados que gozamos de las prerrogativas de la risa. Nos reímos de lo que vemos, lo que oímos, por situaciones mentales, por lo que pasó, lo que sucederá, o lo que nunca fue. Nos reímos de otros, de nosotros, con otros, con nosotros. Las razones siempre sobran y nunca faltan.
En Té para tres hemos decidido hablar, reir, mofarnos y carcajearnos con o sin motivos. ¿No es acaso legítimo dejarse impulsar por los estruendos mentales de vez en cuando? Así que con sonrisa de boca a boca, pulmones con aire a tope y el cúmulo de información, chistes, espontaneidades y cuanto se aparezca, traemos a la mesa del té un risible tema para desternillarse a gusto. Respire profundo que los tronchos están por comenzar.
13 de junio de 2011
La memoria y los sonidos
Editorial de la emisión de 29 de marzo de 2011
La infusión del día
Claudia Domínguez
¿Qué son los recuerdos? ¿Serán esas imágenes un tanto cambiantes que uno tiene depositadas en alguna parte del cuerpo: el corazón, la cabeza, el estómago, la superficie de la piel?
¿La memoria, el recipiente del pasado, estará constituida de sensaciones y asociaciones táctiles, visuales y sonoras? De ser así, ¿qué de lo que palpo, veo y oigo aquí y ahora se depositará en mis recuerdos del futuro? ¿Será que los sentidos van y vienen sobre el tiempo y lo construyen y lo destruyen? ¿Será la memoria algo tan flexible que además de invocación y olvido es una forma de la imaginación?
Mi percepción es simultánea, mis pensamientos se disparan sin armonía geométrica, pero el lenguaje es sucesivo y me exige orden… siempre orden. Así que empiezo por el caracol de mi oído y en su espiral me comunico hacia el caracol de quien me escucha.
El programa de hoy lo dedicamos a los sonidos, sean éstos palabras, música, ruidos de la calle, o la secreta sinfonía de los objetos cotidianos que nos recuerdan algún momento del pasado remoto o inmediato, que asociamos con momentos cruciales en nuestras vidas o que simplemente se quedaron ahí, sutil y sonoramente acompañando la construcción del tiempo y el recuerdo. Quizá esos sonidos, su simpleza y gratuidad sean tan queridos simplemente porque siempre están ahí dispuestos a recordarnos la sencilla alegría de seguir vivos.
Obviamente que nuestro recuerdo, de los tres del té, es algo absolutamente personal, pero ¿podría ser de otra forma? Lo invitamos a recordar, a pensar, a imaginar, a hacer sonar la memoria.
La infusión del día
Claudia Domínguez
¿Qué son los recuerdos? ¿Serán esas imágenes un tanto cambiantes que uno tiene depositadas en alguna parte del cuerpo: el corazón, la cabeza, el estómago, la superficie de la piel?
¿La memoria, el recipiente del pasado, estará constituida de sensaciones y asociaciones táctiles, visuales y sonoras? De ser así, ¿qué de lo que palpo, veo y oigo aquí y ahora se depositará en mis recuerdos del futuro? ¿Será que los sentidos van y vienen sobre el tiempo y lo construyen y lo destruyen? ¿Será la memoria algo tan flexible que además de invocación y olvido es una forma de la imaginación?
Mi percepción es simultánea, mis pensamientos se disparan sin armonía geométrica, pero el lenguaje es sucesivo y me exige orden… siempre orden. Así que empiezo por el caracol de mi oído y en su espiral me comunico hacia el caracol de quien me escucha.
El programa de hoy lo dedicamos a los sonidos, sean éstos palabras, música, ruidos de la calle, o la secreta sinfonía de los objetos cotidianos que nos recuerdan algún momento del pasado remoto o inmediato, que asociamos con momentos cruciales en nuestras vidas o que simplemente se quedaron ahí, sutil y sonoramente acompañando la construcción del tiempo y el recuerdo. Quizá esos sonidos, su simpleza y gratuidad sean tan queridos simplemente porque siempre están ahí dispuestos a recordarnos la sencilla alegría de seguir vivos.
Obviamente que nuestro recuerdo, de los tres del té, es algo absolutamente personal, pero ¿podría ser de otra forma? Lo invitamos a recordar, a pensar, a imaginar, a hacer sonar la memoria.
Animales fantásticos
Editorial de la emisión del 15 de marzo de 2011
La infusión del día
Martha Ordaz
Como Homo sapiens hemos tenido relaciones muy diversas con los animales: la complejidad de nuestra progreso cultural ha sofisticado esta relación que en un principio era solo competitiva; en algunos casos hemos logrado cierta reciprocidad con determinadas especies, y también una suerte de simbiosis utilitaria con aquellas que históricamente nos han dotado de alimento y recursos para nuestro beneficio. Por supuesto, con algunas en particular, la domesticación nos brinda un lazo afectivo, y experimentamos, o al menos somos testigos, de relaciones que vencen los límites entre especies.
A lo largo de la historia todas esas formas de mirar a los animales ha tenido expresiones singurales, incluso opuestas: la divinización de algunas especies, nuestras complejas mitologías, nuestros tratados de zoología fantástica, la fascinación contemporánea por animales extintos y su explotación mercadotécnica, como es el caso de los dinosaurios; así como la indolencia ante las extinciones que suceden hoy en día o la cacería deportiva, cuyo objeto ciertamente ya no es la procuración de alimentos sino una práctica de ocio con una compleja raigambre antropológica.
Nuestra mirada, como les decía, ha cambiado: Miramos distinto a las demás especies en tanto nos admitimos como una más. Incorporamos disciplinas tan novísimas como la bioética, que procura la relación ética del ser humano con las plantas y los animales.
Planteamos ahora asuntos tan controversiales como si es o no el derecho de los animales un derecho legítimo, puesto que un derecho implica una obligación, y ¿cuál será la obligación que podemos exigir de los animales? O si somos la única especie racional o no, y en todo caso, ¿cuál será la naturaleza de la inteligencia animal?
Proyectamos cuestionamientos que hace pocos siglos ya elaborábamos para nuestros propios congéneres con diferencias raciales, lo que no nos permitían admitir que formábamos parte de una sola especie: el asunto del alma ¿tienen alma los animales?
En fin, que en este programa no aspiramos a resolver dilemas ancestrales, sí en cambio les prometemos charlar un poco de las formas en las que incluimos a los animales en nuestra vida personal y en la historia de la humanidad, algunas maneras en las que hemos fijado esta relación de amor, utilitarismo, miedo, e incluso franco rechazo, pero siempre desde la fascinación.
La infusión del día
Martha Ordaz
Como Homo sapiens hemos tenido relaciones muy diversas con los animales: la complejidad de nuestra progreso cultural ha sofisticado esta relación que en un principio era solo competitiva; en algunos casos hemos logrado cierta reciprocidad con determinadas especies, y también una suerte de simbiosis utilitaria con aquellas que históricamente nos han dotado de alimento y recursos para nuestro beneficio. Por supuesto, con algunas en particular, la domesticación nos brinda un lazo afectivo, y experimentamos, o al menos somos testigos, de relaciones que vencen los límites entre especies.
A lo largo de la historia todas esas formas de mirar a los animales ha tenido expresiones singurales, incluso opuestas: la divinización de algunas especies, nuestras complejas mitologías, nuestros tratados de zoología fantástica, la fascinación contemporánea por animales extintos y su explotación mercadotécnica, como es el caso de los dinosaurios; así como la indolencia ante las extinciones que suceden hoy en día o la cacería deportiva, cuyo objeto ciertamente ya no es la procuración de alimentos sino una práctica de ocio con una compleja raigambre antropológica.
Nuestra mirada, como les decía, ha cambiado: Miramos distinto a las demás especies en tanto nos admitimos como una más. Incorporamos disciplinas tan novísimas como la bioética, que procura la relación ética del ser humano con las plantas y los animales.
Planteamos ahora asuntos tan controversiales como si es o no el derecho de los animales un derecho legítimo, puesto que un derecho implica una obligación, y ¿cuál será la obligación que podemos exigir de los animales? O si somos la única especie racional o no, y en todo caso, ¿cuál será la naturaleza de la inteligencia animal?
Proyectamos cuestionamientos que hace pocos siglos ya elaborábamos para nuestros propios congéneres con diferencias raciales, lo que no nos permitían admitir que formábamos parte de una sola especie: el asunto del alma ¿tienen alma los animales?
En fin, que en este programa no aspiramos a resolver dilemas ancestrales, sí en cambio les prometemos charlar un poco de las formas en las que incluimos a los animales en nuestra vida personal y en la historia de la humanidad, algunas maneras en las que hemos fijado esta relación de amor, utilitarismo, miedo, e incluso franco rechazo, pero siempre desde la fascinación.
La fealdad
Editorial de la emisión del 3 de mayo de 2011
La infusión del día
Martha Ordaz
¿Qué es la fealdad?, la respuesta breve sería algo así como “el alejamiento del canon de belleza convencional”, lo que ya nos anticipa que no hay fealdad sin belleza, que uno y otro jucio se influyen y que preguntas cada vez más complejas se precipitan sobre la primera, ¿qué es la fealdad, y qué es el canon de belleza convencional? ¿Quién lo dicta? ¿Cómo?!
Estarán ustedes de acuerdo en que nada es más sencillo que emitir un juicio de valor sobre la belleza o la fealdad de una persona, una ciudad, un objeto, una música, ¿pero cómo lo hacemos? ¿Cómo sabemos que la persona o la cosa juzgada ES fea o no?, ¿cómo construimos ese canon de belleza convencional? Hay quien dice que es en la mirada donde descansa la belleza o la fealdad, otros que nuestra capacidad de juicio no tiene más razón de ser que el apareamiento sexual y la lucha de nuestros propios genes por identificar entre un mundo de opciones genes saludables y dominantes.
Para hablar de este tema traemos a la mesa del té la fealdad, revisaremos las posturas generales de algunos autores al respecto, la seducción y la aversión que provoca en igual intensidad y para empezar como debe ser, respiraremos profundamente antes de pasar un rato saludable frente al espejo. Ustedes dirá, ¿cómo les fue?
La infusión del día
Martha Ordaz
¿Qué es la fealdad?, la respuesta breve sería algo así como “el alejamiento del canon de belleza convencional”, lo que ya nos anticipa que no hay fealdad sin belleza, que uno y otro jucio se influyen y que preguntas cada vez más complejas se precipitan sobre la primera, ¿qué es la fealdad, y qué es el canon de belleza convencional? ¿Quién lo dicta? ¿Cómo?!
Estarán ustedes de acuerdo en que nada es más sencillo que emitir un juicio de valor sobre la belleza o la fealdad de una persona, una ciudad, un objeto, una música, ¿pero cómo lo hacemos? ¿Cómo sabemos que la persona o la cosa juzgada ES fea o no?, ¿cómo construimos ese canon de belleza convencional? Hay quien dice que es en la mirada donde descansa la belleza o la fealdad, otros que nuestra capacidad de juicio no tiene más razón de ser que el apareamiento sexual y la lucha de nuestros propios genes por identificar entre un mundo de opciones genes saludables y dominantes.
Para hablar de este tema traemos a la mesa del té la fealdad, revisaremos las posturas generales de algunos autores al respecto, la seducción y la aversión que provoca en igual intensidad y para empezar como debe ser, respiraremos profundamente antes de pasar un rato saludable frente al espejo. Ustedes dirá, ¿cómo les fue?
La silla
Editorial de la emisión del martes 24 de mayo de 2011
La infusión del día
Martha Ordaz
La silla es un mueble que camina, un objeto que jamás se está quieto. No solo porque se desplaza por las habitaciones, sino porque muta en tantas formas y en tantos materiales como individuos sean capaces de imaginarla; para muchos diseñadores industriales ha supuesto un reto mayúsculo en tanto la búsqueda de la innovación debe mantenerse bien equilibrada para no sufrir un extravío. En esa libertad, ¿cómo sabemos que una silla es una silla? ¿Cuándo deja de ser silla y se convierte en sofá, o en mesa, o simplemente en escultura? ¿Será solo porque podemos sentarnos en ella?, ¿porque tiene un respaldo, o porque tiene patas?
Para ser un objeto tan cotidiano, tan a nuestro alcance, tiene muchas connotaciones; la silla ha pasado de ser un objeto meramente utilitario para convertirse en muchos casos, en una verdadera obra de arte, y ha sido también el motivo de muchas otras obras plásticas.
En Té para tres quisimos dedicar este programa a un objeto que nos refleja en más de un sentido, así que los invitamos a que se acerquen a esta mesa, elijan la silla que les vaya bien y disfrutemos la compañía.
La infusión del día
Martha Ordaz
La silla es un mueble que camina, un objeto que jamás se está quieto. No solo porque se desplaza por las habitaciones, sino porque muta en tantas formas y en tantos materiales como individuos sean capaces de imaginarla; para muchos diseñadores industriales ha supuesto un reto mayúsculo en tanto la búsqueda de la innovación debe mantenerse bien equilibrada para no sufrir un extravío. En esa libertad, ¿cómo sabemos que una silla es una silla? ¿Cuándo deja de ser silla y se convierte en sofá, o en mesa, o simplemente en escultura? ¿Será solo porque podemos sentarnos en ella?, ¿porque tiene un respaldo, o porque tiene patas?
Para ser un objeto tan cotidiano, tan a nuestro alcance, tiene muchas connotaciones; la silla ha pasado de ser un objeto meramente utilitario para convertirse en muchos casos, en una verdadera obra de arte, y ha sido también el motivo de muchas otras obras plásticas.
En Té para tres quisimos dedicar este programa a un objeto que nos refleja en más de un sentido, así que los invitamos a que se acerquen a esta mesa, elijan la silla que les vaya bien y disfrutemos la compañía.
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